viernes, 23 de octubre de 2015

Irrealismo circular



"Maskarnas Horror Vacui" Gijs Weijer 
Eliminar el tiempo y el espacio de la literatura siempre fue mi anhelo. Lo saben los que me leyeron cuando empecé, y lo saben ahora los que leen esto. Casi lo consigo el año pasado a finales de Octubre, y recordé hoy, 23 de Octubre, que perdí ese texto. Era un llamamiento al “irrealismo”, aquello de lo que la literatura ha huido desde sus inicios, a la huella del “Horror vacui” aristotélica.
En ese vacío, no existen las historias, no existe una correlación de hechos, existen, sin más, las palabras sin sentido. 
“El Sinsentido”, porque, si nos ubicamos en la atemporalidad de los inicios, nada se puede explicar. Como contrapartida, me acordé de que a Bécquer se le quemaron todos sus textos, pero tuvo unos amigos de oro, que los recompusieron y se los editaron. Yo no tengo tanta “suerte”, y tampoco puedo dictar de mi memoria algo que salió del corazón, pero sí puedo reinventar. He aquí que, después de un año sin escribir, lo he vuelto a hacer para revivir las esquinas empolvadas que sí encerré en mi alma. Tengo que barrerlas, y empujar ese polvo hacia la Nada:


“Cada día el reloj marca la misma hora. Como si el tiempo se parara, o como si no avanzara nunca. El tic tac se pierde en la ausencia del espacio. Mi cárcel me encierra en tres metros cuadrados que se disipan en átomos, y los veo. Se balancean en cuerdas, retroceden, y me sumerjo en el sueño del día. Los universos se colapsan, y me encuentro envuelta en un vacío donde no puedo respirar. Busco la atmósfera, como pez fuera del agua, y no la hallo. Uniendo todos los elementos para crear oxígeno, ellos huyen de mí. Es una noche, - o día-, cualquiera.
Miro el reloj: la misma hora. Me pierdo y no encuentro el día en el que estoy, ni en el que nací. Sólo veo una niebla gris que empapa mi encarcelación. Mi prisión me ensucia las vestiduras, y me las arranco, y la piel se queda muda. Desnuda, y sin cordura, encuentro la viva imagen del cuarto elemento. El tercer universo se colapsa. Sudores fríos se escapan de mis gemidos, aullando de temor y me socorre una mano helada. No logro ver su rostro, pero temo, y la suelto.
Al soltarla caigo en un abismo donde me encuentro. Sin espacio, sin tiempo. En la Nada donde todo se sumerge, donde todo se escapa.
En alguna noche tibia te busqué y sólo encontré vacío. ¿Y qué es el vacío sino ausencia de tiempo y espacio? El agujero negro donde se desintegran los sueños.
Ese día, de encarcelación viva, encontré ensangrentada la pared, que sollozando decía: La poesía no es un poema, ni un poeta. La poesía son todas esas horas del reloj que se repiten, que conmemoran un momento, una mirada, un gesto. No eres poeta, pero creas y eres creación.”




Danna Merchán.