lunes, 11 de agosto de 2014

GRITOS DE ULTRATUMBA



Hacía tiempo que no me sucedía algo así. Y aunque el tiempo, hijo bastardo del incomensurable  Cosmos, no me ayuda, aquí estoy. Sangrando por los costados. Sembrando armonía y Caos, a pesar de este depresivo clima. 
Miro hacia adentro, y no veo más que polvo, suciedad que nunca debió quedar. Un día me prometí jamás prostituir mi alma como la mayoría de personas que escriben. ¿Y qué? Así me hallo. No soy buena haciendo confesiones. Es más, soy una cínica,- he aquí mi brillante 'confesión'-. Nunca he podido decir nada sobre mí sin que quedara encerrado en sintagmas incoherentes. ' Es que no se entiende lo que escribes' ¡Claro, amigo! No me interesa que se entienda. Hoy es un día en el que no necesito que no me entiendan. No puedo disfrazar más los gritos de Ultratumba. Porque son ellos, al fin y al cabo, los que se disfrazan de mí.
El ángel que habitaba en esa mirada se esfumó. No sé en qué momento le destriparon las entrañas y le arrancaron las pocas fuerzas que resguardaban sus puñales de oro. Ya no. Ahora es el que ronda en busca de algo mundano, de algo cercano. Sabe que no encontrará nada que le pueda sospesar, algo que le pueda aliviar esa herida mortal en el pecho. Se abre de vez en cuando y le arde. Vestigio infernal que le susurra cuánto tiempo mitigará su rostro volátil en la tierra. Ángel de nadie.




Danna Merchán

1 comentario:

  1. Precioso! Se entiende algo más; eso ocurre cuando habla el corazón. Y, entonces, cuando uno se compenetra
    con el mensaje, lo hace suyo también, y ya casi no importa el mensaje sino la personalidad del artista.

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