Y LOS
VIVOS ESTÁN MÁS MUERTOS QUE LOS MUERTOS. Y LOS MUERTOS ESTÁN MÁS VIVOS QUE LOS
VIVOS.
Abandoné
la trinchera del olvido,
buscando
un resquicio de mi piel.
Sin caminos,
sin destino,
al lúgubre
manantial de hiel.
Suplicios,
arrastrando la esencia de su muerte,
hasta fugarse,
inerte,
de su
cruel 'sino'.
Mendigo,
cual huérfano oxidado,
cual espíritu,
que en vano,
predice
la derrota de sus días.
Y me
hallo perdida
en una ráfaga de fría brisa.
Resucita
mi voz, ya deslucida,
y germina,
en un sueño
que desprende
olor a insecticida.
Me derrota,
me derriba
y a la deriva,
cual flor
que germina
en el
fatal suplicio,
encuentro
dos palabras cojas
que me
gritan:
“desalmada,
¡arriba!”
Danna Merchán
Imagen: Suliman Almawash
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