viernes, 28 de marzo de 2014

Desarmando un mito



El adoctrinamiento nos lleva a los prejuicios. Incluso adoctrinar en contra de los prejuicios y/o en contra de las doctrinas, es contraproducente.
Ha llegado la primavera. Llevamos una - o dos- semanas en ella. Ciertamente no lo sé exactamente, porque últimamente tengo la percepción del tiempo nula por completo. Pero algo sí sé y es que el tiempo se ha vestido de funeral. Yo también.
Estoy acostumbrada a escuchar lo que todos decís, o dicen, acerca de esta estación. Suele decirse que es preciosa, y que germinan las flores, y los deseos. Yo puedo decir que la mía es fúnebre, lúgubre y se viste de luto.
Llevo ya unos 5 años despertando, e hibernando tanto que quizá esta estación está como en un invernadero. Soy como la planta, que por no ser, y por pretender, se queda a medio camino entre artificial y descomprimida.
Nótese la ironía. Yo jamás he pretendido llevar la contraria, simplemente ha sido inevitable. Y quizá por mi falta de fe en las cosas poco trascendentales, sé muy bien lo que detesto: el adoctrinamiento. O simplemente los tópicos.
Muchos pensarán ¿qué tiene que ver? Nada, absolutamente. No trato de dar mi visión objetiva - ni siquiera subjetiva- de nada. Porque no me interesa.
He perdido el hilo del texto, lo siento. Es viernes ¿y qué? posiblemente termine la noche escribiendo y diciendo mentiras, como de costumbre. O inventando falacias por los rincones de mi oscuro aposento. Quizá deslumbre el foco de luz y quede ciega la bohemia, sin sentido alguno. Poco transcendente. La primavera ya llegó - tarde, para vuestro daño, temprano, para mi mal- y las 'flores florecen'. Yo florezco, pero en mis sueños, donde saco las fuerzas para avanzar hacia un camino inexistente, creado por cualquier vestigio de esperanza que aún quede en un alma sombría.
Seguiré siendo, siempre y cuando no deje de ser. 
Quiero que tengan en cuenta que lo que yo hago, mayoritariamente, es literatura y no eternas reflexiones. Y en literatura todo son mentiras, disfrazadas de algo de verdad, ergo todo lo que he escrito, no se crean ni la mitad. O sí. Quizá pueden creer la mitad y así aprenden a leer entre líneas.


Danna Merchán

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