miércoles, 26 de marzo de 2014


Hoy el texto que voy a subir es de mi compañera y amiga Carmen Sosa. Nuestro estilo es bastante diferente, pero la esencia es la misma.
Muchas veces sucede que después de una relación lo único que quedan son vestigios de olvido, de reminiscencia marchita,y esta prosa es un ejemplo de ello.


" Quizás dejamos de querernos, quizás todo se volvió un sin sentido. Tal vez fue tu error, o tal vez el mío. Pero ahora ya dudo de si algún día te he querido. Pero ¿por qué dudo de algo que hace unos segundos era tan real, como el latir de tu pecho junto al mío? Ahora ya nada tiene sentido. Todos los cafés ya no saben a café, y pensar que era nuestra rutina, nuestra manera de compartir cada tarde. Tú bebías, y a mí me empezó  gustar, porque justo después te besaba, y supe que nunca querría dejar que mis labios sintieran ese sabor amargo que impregnaba mis labios, y ahora ni el café tiene sentido porque no procede de tu boca.
Las mañanas no son iguales. No son ahora, tus buenos días quien me despiertan, y te confieso que cada madrugada me despierto a la misma hora, para ver si aún te acuerdas un poco de mí, y me regalas esas palabras que hacían que todo recobrara vida, pero la realidad es a veces tan absurda, es la soledad de tus silencios o tal vez los míos.
Pero recuerda, cariño, que la distancia no es ausencia, ni el silencio es olvido, y aún sigo dudando de si te he querido. Es absurdo, dudar de ello, porque todavía te quiero, y cada día más. Ahora me despido, y sabes que odio despedirme con una poesía, porque jamás volveré.
Pero lo más incoherente, es que tú estas palabras no las leerás, ni siquiera imaginarás que aún yo te sigo queriendo. Tú seguirás con esa idea preconcebida de mí, que se aleja tanto de la realidad… pensarás que ya tengo nuevas bocas que besar, pero nada más lejos de la realidad: odiaría tener que buscar nuevos besos, pero ni tú eres ya tú, ni yo soy yo.
Me muero por quererte, pero a mi forma, a mi manera. No esa forma rara que te gusta a ti, esos ‘te quiero’ y te odio, y te espero.  Odio tu locura, esa locura de vivir al límite, y ese límite, amor, ya lo hemos superado.
Cómo quisiera tocarte, acariciarte, besar cada lunar de miel de tu piel. Cada cicatriz de tu rostro, lamer tus heridas. Que tu cuerpo sea mi cuerpo. Encerar mis manos en tu piel, poner candado y echarlo al mar para nunca dejarte escapar. Jugar a la montaña rusa, esa que tú decías que era nuestra relación, pero que esta vez ella fuera nuestros cuerpos, que esas idas y venidas, subidas y bajadas, fueran las de tus besos. Provocar un cortocircuito, para que todo Madrid se quedase sin luz, y de ese modo salir clandestinamente. Hazme el amor en cada recoveco de la ciudad, y empecemos por el típico retiro, hazte tuya allí. Estoy segura que el mismísimo Fernando IV desearía dejar de ser de piedra para rozar tu suave tez. Continuemos por donde tú quieras, no importa, sólo déjame, porque esta noche Madrid es sólo tuya y mía.

Carmen Sosa 







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